El colorete es uno de los productos imprescindibles en cualquier look. Es el cosmético encargado de poner el broche de oro a cualquier estilo, otorgando un aspecto saludable al rostro y aportando equilibrio de color al conjunto del maquillaje.

Es tanta su importancia que en el mercado podemos encontrar un sinfín de opciones que abarcan diferentes texturas, formatos y colores para cubrir todo tipo de necesidades.

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Y es que el uso de colorete también está condicionado, como el resto de productos de maquillaje, a determinadas características personales, como la morfología del rostro.

En este artículo te mostraremos algunos aspectos a tener en cuenta a la hora de aplicar el colorete, así como una serie de recomendaciones que evitarán que hagas un uso excesivo de este producto y aprendas a aplicarlo acorde a la estructura de tu rostro.

Si quieres descubrir todos estos aspectos y algunos más, no dejes de leer.

¡Toma papel y lápiz!

Elección del color y la textura al aplicar el colorete

Antes de adentrarnos en el modo de aplicación del colorete según la morfología de cada rostro, es importante detenernos en la elección del producto, pues existen algunos factores que pueden condicionar las diferentes opciones.

Dos de esos factores son el color y la textura.

Textura

La textura del colorete hace alusión a cómo se presenta el producto, es decir, si es en polvo, en crema o en gel.

El colorete en polvo se utiliza en cualquier tipo de maquillaje, ya que se aplica con mucha facilidad y proporciona buenos resultados en cualquier caso, otorgando un aspecto natural.

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El colorete en gel, por su parte, es más ligero y fácil de difuminar, y proporciona un aspecto brillante y natural.

Y por último, el colorete en crema, ideal para todo tipo de pieles, en especial aquellas pieles secas o castigadas por el sol. Proporciona un acabado suave, natural y jugoso, y permite una aplicación fácil y cómoda gracias a su gran extensibilidad.

Color

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En cuanto al color, como ocurre en otros productos, el colorete también cuenta con una amplia gama cromática, aunque un poco más reducida que otros cosméticos como las sombras, por ejemplo.

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Entre sus tonos más populares destacan el melocotón, la extensa gama de rosas, y los marrones y sus variedades.

El color elegido para el colorete, a su vez, ha de armonizar con el resto del maquillaje, así como con el color de la piel.

Para lograrlo, es importante tener en cuenta una serie de recomendaciones.

Piel clara

Para la piel clara se aconsejan los tonos pasteles, como el rosa o el salmón, en su variedad tonal.

Piel oscura

En el caso de pieles oscuras, el colorete ha de ser marrón o rojizo, pudiendo elegir entre tonos como el burdeos, el fucsia o el bronce oscuro.

Piel rosada

Por último, en cuanto a las pieles rosadas, hay que evitar los anaranjados y rosados. En su lugar, el dorado o el amarillento combinarán a la perfección.

Método de aplicación

Una vez elegido el color y la textura del colorete en función de los diferentes aspectos que hemos visto anteriormente, es el momento de aplicarlos según la morfología del rostro.

Para ello es importante saber que este producto resulta siempre más natural si se aplica justo encima del pómulo, es decir, comenzando a aplicar en la zona del pómulo que queda por debajo del ojo y extendiéndolo hacia la sien.

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El método de aplicación del colorete para un rostro alargado y un rostro redondeado sólo variará en la direccionalidad que se le otorga al difuminado del producto.

De esta forma, el colorete, en función de la morfología del rostro, se aplica de la siguiente forma.

Rostros alargados o estrechos

En este tipo de rostro, el colorete ha de aplicarse en la zona descrita, es decir, justo encima del pómulo, comenzando a aplicar en la zona del pómulo que queda por debajo del ojo y extendiéndolo hacia la sien, pero de forma ligeramente horizontal.

Rostros redondos o anchos

En este caso, la aplicación sigue los mismos paso, solo que ha de aplicarse de forma ligeramente oblicuo, de manera que, ópticamente, consiga alargar el rostro.

Rectangulares

En el caso de rostros rectangulares, el colorete debe aplicarse en forma redondeada, en la misma zona de los pómulos que en los dos anteriores.

Triangulares

Este tipo de rostro sigue el mismo proceso, pero con una aplicación en dirección horizontal, para aportar mayor amplitud a la zona superior.

Triangulares invertidos o hexagonales

Es justo el caso contrario al triangular, pues la aplicación del colorete se hace en una dirección ligeramente oblicua para contribuir a restar amplitud a la zona superior y los pómulos.

Pasos para aplicar el colorete

Como hemos visto, el colorete puede presentar diversas texturas y formas, aunque en este caso vamos a detenernos en la aplicación de un producto en polvo, pues se trata del más utilizado de forma general.

De esta forma, el proceso para aplicarlo puede realizarse en dos pasos.

Paso 1: Toma un poco de colorete con una brocha, sacude el exceso y aplícalo sobre el pómulo, extendiéndolo en la dirección correcta según la morfología del rostro.

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Repite el proceso en la otra mejilla para mantener la simetría y procurar no aplicar demasiado color al principio, porque los excesos son difíciles de corregir.

Paso 2: Finalmente, difumina el colorete de manera que no se noten los límites.

Consejos para evitar el mal uso

Si bien es cierto que el colorete es la clave para proporcionar una buena imagen y un aspecto saludable al rostro, excedernos en el uso de este producto sólo puede desembocar en un acabado artificial y poco favorecedor.

Para evitar estas situaciones, escoge un tono favorecedor y extiéndelo en la zona del pómulo, de forma ascendente y no muy pegado a la nariz. Para situarlo puedes guiarte por los ojos, dando comienzo al trazo en la mitad del ojo.

Evita también que al aplicar el colorete, este se note en exceso, eligiendo para ello un tono similar al rubor natural de la piel y procurando no saturar el pincel o la borla de producto.

En el caso de que hayas aplicado una cantidad excesiva, corrígelo mediante polvos traslúcidos.